jueves, 27 de diciembre de 2007


Quizás, quizás, quizás

lunes, 17 de diciembre de 2007

Erotha


Hoy regrese de mi viaje. Caían estrellas pulverizadas y el sol se apagaba. Este viaje que me aleja del mundo que conociamos. De las llamadas diarias y de un improvisado desayuno. De la suave brisa al atardecer. Y del saber que tu aún estas aquí. Respiro. Abro los ojos y de pronto estaba solo. En la oscuridad. En la inmensidad del universo. Saltando de mundo en mundo sin saber que buscaba ni que esperaba encontrar. Galaxias no son nada ahora. Pues yo ya las recorrí. Yo las destruí y encontre un caos que me llego a gustar. Esa calidez del fuego eterno que moría cada vez que yo soñaba. Cada vez que yo respiraba. Y ahi estaban esos mundos en los cuales solo llegaba para desvanecer. Y es ahí donde te abandone. Ahí, donde te conocí. En esa tierra arida e infertil. El la conocio. El viejo ciego la condujo. Aquí, en el desierto, la abandonó. Ella le pregunto ¿puede ser esto voluntad de Dios? Y él respondió, lo es. Y se marcho el muy bastardo.



Ya sola, ella echo a llorar. Ya nada la retenía en este mundo. Corrupto y vil. Estaba abandonada por el ser que ella creyo amar. La noche avanzaba y el suave viento hacia más frescas sus dulces lágrimas. Ya nada a su alrededor se podía distinguir, la penumbra se apoderaba de su entorno y la envolvía en su locura. Cayó al suelo rendida. Extenuada. Desesperada. Tocar esa tierra muerta que solo le ofrecia el descanso eterno la envolvio en un delirio que solo se amainaba con el apagar de su alma. La oscuridad la dominaba ya. Ella en caos buscaba alguna señal y es cuando en el cielo vio una luz. Confundida se levanto y se dio cuenta que esa luz no era una luz. Era algo más. Algo que la cautivo. Hay momentos en que pierdes la noción de lo que sucede a tu alrededor y solo apuntas a un punto. A un golpe de vida. Y este te atrapa y ella estaba en una maraña. Esa presencia. La sintio dentro. Dentro de si. Sintio una calma que le reconforto el alma. La abrazo y le canto al oido. Susurros. Enlace mistico. Erotha se vistio de angel aquella noche. Disfraz inequivoco para llegar a las almas mas puras. Pues ella vio lo que necesitaba. Y lo amo. El. La reconforto. La animo. Dios ya había dado su designio. Yo lo rechazé. La cogio de las manos y la guío a un camino no conocido para nadie ni por nadie. Ella no sabía a donde la llevaba, solo confiaba. Y sin más, ¿que otro camino pudiera coger? Atrapada en su destino ella siguio. El la elevo. Viaje de un segundo para robarle la mirada. Viaje de un segundo para saber que era ella.



Allá en el pueblo el viejo llego. Sus discipulos no entendían lo acontecido. Nadie le discutio. Orquesta de demonios. Perversos e infimos. Leales. Los dioses no blasfeman. Silencio.




Ya calmada se vio envuelta en un hermoso jardin. La aridez del desierto fue cambiada al igual que su alma. La esencia de las flores estaba presente y se mezclaba con el olor de su piel. El le sonreía. La veía y le cantaba. Ella reposaba debajo de un árbol un viejo árbol lastimado. El sonido de su voz la hipnotizaba. El desaparecio. Ella sabía que aún estaba presente. Cerca. Muy cerca. Susurros detras del oído. Ella gira lentamente. Movimiento de deleite. Al verlo, este una manzana le ofrecio. Hermosa. Hambrienta. Peregne. El lo sabía. Susurros. Ella lo quería. El la mordío. Ella cayó.



Ya en su lecho el viejo ciego no podía conciliar el sueño. Al cerrar los ojos solo veía la escena del abandono. Y el se alejaba. Algo le decía que eso no podía ser lo correcto. ¡Pero él se lo ordeno! No había duda. Era necesario. Ya estaba dicho. Pensar eso solo era una injuria a su fe. La música del festival aún llegaba a su alejada morada. El grande estaba de fiesta. Muchas deidades estaban presentes. El no. Sus seguidores se apostraban en el gran patio negro. Violinistas y bailarinas. El licor abundaba y la lujuria tambien. Pecado para algunos, gloria para otros. Para el no. Su señor no lo permitía. Yo tampoco.



Ya de vuelta al inocuo edén ella se encontro rezando en una lengua que no conocía. Ella estaba con lagrimas en los ojos y sangre en las manos. Ella despierta de un sueño no conciliado. Ella esta muerta y se ve rezando. El esta parado delante. Sonríe. La ve. La ama. Una alma más para tu negro patio. El goza. Y canta. Yo no lo concibo. Esas alas serán cortadas. Las quemaré en mi lecho y mis perros dormiran sobre ella. Rociaras mi aire y me contaminaré con tu muerte. Entraras en mis pulmones y te fundiras en mi sangre. Seremos uno y tus almas caeran. Ya en mí. Ya nada será igual. Ella, ya no rezará. Ya ella, descansará de su muerte. Ya en mí. En mi patio caeras.

miércoles, 12 de diciembre de 2007


Respiras y recuerdas momentos. Sí, esos que hacen tu vida especial. Esos que añoras repetir pero si se repitieran sabes que perderían su encanto. Esos que imploras por su eternidad. Esos que en ese instante son tu vida. Esos. El verte reir. El verte venir. Tocar tu terso rostro. Entrar a la profundidad de tu mirada y saber que hay algo. En tu incertidumbre. En tu nerviosismo. En ti. En mi.


Y es cuando surgen caminos que nunca pensamos. Transfondo sutil y cálido de una noche que nunca existio. Esas veces en que te miras en el espejo y no sabes quien eres. Esas veces tu no existes. Esas veces yo no estoy y aquella vez, yo me fui. ¿Y para que? ¿Porque se tienen que dar las cosas así? Miras al cielo en busca de respuesta.


Simple. Vacío. Infinito. Tu. Yo. Nosotros