
El ritmo excesivo de estos días han acabado con mis glorias y vendettas. Cada noche, tarde o incluso amanecer comienza con el timbrar de mi celular. Es tiempo de amigos ebrios y de brindar con ellos. El año ya se acaba y no hay tiempo para más. La música retumba en nuestros oídos, las luces y el humo aclimatan el lugar. Ellas terribles por doquier, con faldas y pantalones sonrien. Brindemos pues no hay un mañana, este momento es tu vida...
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